martes

El voto del señor Porcel

El señor Porcel fue a votar. El presidente le entregó el sobre.
—Puede pasar al cuarto oscuro.
—¿Al cuarto oscuro? ¿Todavía hay cortes de luz? Yo creía que desde que se privatizó SEGBA no había apagones.
—No —explicó un fiscal sonriente—.
—Le decimos cuarto oscuro, pero está iluminado.
—¡Fraude! —gritó Porcel— Si el cuarto es oscuro no puede estar iluminado.
—Se le dice oscuro por costumbre —aclaró el fiscal—. Es oscuro pero hay luz.
—¿Así que usted para decir una cosa dice otra? Según usted, si yo quiero votar por la UCR tengo que votar al PJ.
—No —balbuceó el fiscal—. Si quiere votar por los radicales tiene que poner una boleta radical.
—Pero da la casualidad de que soy del Polo Social, y porque a usted se le ocurra, por más fiscal que sea, no voy a votar a Terragno siendo partidario de Farinello en un cuarto oscuro iluminado.
—¿Pero... qué dice? —tartamudeó el fiscal—. Si me dice por quién va a votar tengo que anular su voto.
—¿Qué voto? —chilló Porcel—. Si todavía no voté.
—Pero es que...
—¡Pero un corno! —gritó Porcel—. Ya estoy harto del fraude y de los políticos corruptos. Pero yo ni aunque me maten voy a votar por el partido que usted quiere en un cuarto oscuro iluminado.
Y Porcel se acercó a otra mesa con una boleta y le dijo a un fiscal:
—Le cambio esta boleta radical que tengo repetida por dos votos en blanco.

("El señor Porcel”, cuenta Landrú, autor de estas líneas, “era mi padre, gran discutidor de mala fe. Una vez sacó un crédito para comprar un traje en Casa Muñoz, y cuando el vendedor le pidió que firmara el formulario, él empezó a exigirle que firmara él también. Como el empleado se negaba, le dio un trompazo y se fue indignado, despotricando contra ese negocio en el que no había seriedad".